El filósofo norteamericano de origen serbio Thomas Nagel, en su libro ¿Qué significa todo esto? (Nagel, 1996), afirma que es posible que la vida no tenga sentido, pero que si así fuera habría que preguntarse “¿Por qué no está del todo bien que tu vida no tenga sentido?”.
El autor (Nagel, 1996) considera que tenemos una necesidad de responder a esta pregunta, y que a veces nos decantaremos por la idea de Dios, quien conocerá este sentido último, aunque nosotros no seamos capaces de ello; mientras que a veces, asumiremos que en realidad la vida carece de sentido, y que por lo tanto, basta con centrarse en nuestro entorno inmediato y en el de nuestros semejantes, y dejar de lado estas preguntas que van más allá de lo cotidiano y que no podemos comprender.
Afirma, además, que esta segunda actitud ante la vida, algunas personas la encuentran satisfactoria, mientras que otras la ven como algo deprimente.
¿Qué opinan de esto otros autores?
En efecto, ya Heidegger había considerado que el individuo tiene la opción de caer en el anonimato del “se” y dejarse llevar por la masa, por lo inmediato, por la vulgaridad cotidiana, es decir, de distraerse de lo realmente importante; y que se puede salir de esta situación mediante la angustia, que nos permitiría existir de manera auténtica (Heidegger, 1968).
Sartre (1981) opinaba que lo único que podemos afirmar de nosotros mismos es que “estamos, y que además, estamos de más”, de manera absurda, porque “todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por causalidad” (Sartre, 1981), afirmación que parece compartir Nagel, dado que al final de su libro afirma que “la vida podría no solamente carecer de sentido, sino también ser absurda” (Nagel, 1996).
En mi opinión, la vida es absurda, solamente si la hacemos absurda. La realidad es que somos los auténticos protagonistas de nuestra historia. En nuestro entorno inmediato y cotidiano hay numerosas oportunidades de interacción, de elección y de realización personal (amistades, posibles maneras de ganarse la vida, gente que nos necesita, opciones para relacionarnos con el medio natural, maneras de tratar a nuestros superiores y a nuestros subordinados, etc.).
Nuestra vida en realidad es la suma de todas estas pequeñas interacciones, que realizadas por miles o millones durante días, meses y años, van conformando nuestro devenir.
Hay personas que se dejan llevar por lo inmediato, por lo fácil, por lo evidente, se dejan caer en el absurdo y, en realidad, su vida parece absurda y carente de sentido. Sin embargo, otras personas se saben desenvolver mejor en su día a día. Saben qué quieren conseguir a corto, medio y largo plazo.
¿Qué importa si su vida, al fin y al cabo, se acaba convirtiendo en algo irrelevante? Para ellos su vida tiene un sentido claro y con eso es suficiente. En palabras de Viktor Frankl “dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente” (Frankl, 2004).
Conclusión
Por ello, en mi opinión, tener claros una serie de valores y de principios rectores de nuestra existencia no solamente dota de sentido a nuestra vida, sino que posiblemente nos haga vivir mejor, porque para llegar a nuestro destino, primero tenemos que saber hacia dónde nos queremos dirigir.
Bibliografía
Frankl, V. (2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
Heidegger, M. (1968). El ser y el tiempo. México: Fondo de Cultura Económica.
Nagel, T. (1996). ¿Qué significa todo esto? Una introducción muy breve a la Filosofía. México: Fondo de Cultura Económica.
Sartre, J. (1981). La náusea. Madrid: Alianza.