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El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels

El Manifiesto Comunista es un libro que me ha sorprendido porque realiza unas afirmaciones que me parecen, en muchos casos, muy cargadas de sentido común. Se trata de afirmaciones que en su época eran revolucionarias, y que nuestra sociedad actual,  en muchas ocasiones ha asumido como normales, y como parte de cualquier sociedad contemporánea. 

Los mismos Marx y Engels, en el prefacio de la versión de la obra que le leído (Ediciones elaleph.com) ya advertían de que el camino para el cambio social que proponían no iba a resultar sencillo («no basta con que la clase obrera se apodere de la máquina del Estado para hacerla servir a sus propios fines»). Estos autores eran conscientes de que este proceso no iba a ser, como hemos visto en épocas posteriores, pacífico.

Idea principal

El punto central de interés del Manifiesto es acabar con la desigualdad que generó la revolución industrial, dividiendo a la sociedad entre burgueses (una clase social privilegiada) y proletarios (una clase social explotada).  Sin embargo, para estos autores, la lucha por la propiedad ya viene de lejos, desde que se perdió la propiedad comunal de las tierras hace ya muchos siglos. Desde entonces, “toda la historia ha sido una historia de luchas de clases, de luchas entre las clases explotadas y las clases explotadoras, entre las clases dominadas y las clases dominantes […]. La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clases”.

El manifiesto comunista
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Globalización

En el Manifiesto se cuestiona también el proceso creciente de globalización en la economía:

“En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, nacen necesidades nuevas, reclamando para su satisfacción productos de los lugares más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las naciones que se bastaban a sí mismas, se desenvuelve un tráfico universal, una interdependencia de las naciones.”

Los autores de El Manifiesto consideran que este tráfico creciente solamente beneficia a la burguesía y que el resto de participantes se ven obligados a ello, mediante coacciones o violencia, y que por lo tanto, este intercambio creciente debería ser reducido o eliminado. 

La burguesía también ha provocado unos cambios negativos en el ámbito rural, porque “ha sometido el campo a la ciudad”. Además ha provocado nuevos medios de superproducción, por lo que las nuevas mercaderías solamente tienen salida conquistando nuevos mercados o explotando de manera más intensa los antiguos.

El proletario suele cobrar unos sueldos míseros, y una vez que “ha sufrido la explotación del fabricante y ha recibido su salario en metálico, se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: casero, tendero, prestamista, etc.”.

Posibles soluciones según los autores de El Manifiesto

¿Cómo poner remedio a esta situación? Según los autores de El Manifiesto, el proletariado no está unido, forma una masa dividida y diseminada. La competencia entre obreros tiene unos efectos perniciosos para todos. Hay clases sociales como “la canalla de las grandes ciudades”, también llamada por los autores “esa hez de los más bajos fondos de la vieja sociedad” que se verá tentada a apoyar el movimiento revolucionario, pero que ante las primeras dificultades se venderá sin mayor resistencia a las fuerzas reaccionarias que intenten frenar el movimiento revolucionario.

Aunque las dificultades son muchas y el camino posiblemente será violento, se hace cada vez más necesaria la revolución, porque el obrero moderno estará en unas condiciones cada vez peores, conforme avance el progreso de la industria.

Por otro lado, los comunistas se distinguen de los otros partidos obreros en dos puntos: 1º se defienden los intereses de todos los trabajadores, independientemente de su nacionalidad y 2º en la lucha entre proletarios y burgueses se tiene siempre en cuenta el interés del movimiento integral.

Solución principal

Los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada. Los autores de El Manifiesto son conscientes de que se puede objetar que con la abolición de la propiedad se fomenta la pereza, pero ellos creen que no es cierto, porque si fuera así, los burgueses ya hubieran sucumbido a la holgazanería desde hace mucho tiempo.

También se acusa a los comunistas de “querer abolir la familia, hasta los más radicales se indignan de este infame designio de los comunistas”. Sin embargo, los autores se preguntan sobre qué base descansa la familia burguesa de su época. Para ellos, descansa sobre el capital o el provecho individual. Los autores defienden de que se trata más bien de “asignar a la mujer un papel distinto del de simple instrumento de producción”, con este nuevo sistema, “desaparecerá la prostitución oficial y privada”.

El Manifiesto termina con la siguiente afirmación: “¡Que las clases directoras tiemblen ante la idea de una revolución comunista! Los proletarios no pueden perder más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo por ganar. ¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!”.

Conclusión

Tras leer el manifiesto, me ha parecido una obra muy bien escrita, que trata de despertar la ilusión por un mundo mejor en las clases sociales desfavorecidas de su época, y que además, trata de un tema que ha preocupado a la humanidad desde tiempos ancestrales: el deseo de unión, de cooperación y de formar algo más grande entre todos.

Los resultados negativos de la aplicación en la práctica de estas políticas se han visto y se siguen viendo, por desgracia, en muchos países. La influencia más suave que ha tenido esta ideología en otros países, como en Europa Occidental, con el surgimiento de la socialdemocracia, ha provocado resultados más positivos.

Mi opinión general, al leer esta obra, es que las ideas bonitas, al llevarlas a la práctica, pueden provocar resultados catastróficos. Y aún así, el deseo de unidad entre todos los seres humanos, y de buscar entre todos el bien común perdura y perdurará durante mucho tiempo. Por lo que, aunque esta propuesta no haya funcionado, no debemos renunciar como especie a buscar esta igualdad de oportunidades, y a lograr esta cooperación entre todos los seres humanos para tratar de conseguir un mundo mejor. El empleo de la violencia, como defiende este Manifiesto, sin duda no es la mejor manera de solucionar ningún problema. Es éticamente más conveniente, más duradero en el tiempo y más eficaz cambiar los corazones de los seres humanos a través de su desarrollo moral, su educación y su crecimiento espiritual, que confiscar la propiedad sin más a los que la poseen.

De tratar de conseguir esta unidad entre todos los seres humanos se han encargado y lo siguen haciendo las distintas religiones, asociaciones no gubernamentales, Estados y todo tipo de movimientos sociales, muchos de ellos muy anteriores e incluso alejados de la ideología comunista o socialista. Como ejemplo de este deseo de unión duradero podemos citar los términos:

  • Comunión: propia del cristianismo. Todos los granos de trigo se muelen y se unen en un pan que es entregado a los seres humanos mediante la Eucaristía. Lo mismo sucede con el vino, los granos de uva se unen en una única bebida que puede ser compartida. La Biblia dice textualmente que todos los que creían «vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno (Hechos 2:45). Vemos pues que el término «Comunión» y «Comunismo» guardan ciertos paralelismos. Puede que la diferencia más importante es que el Comunismo apuesta por el uso de la fuerza, mientras que el Cristianismo apuesta por un proceso de crecimiento y maduración personal para conseguir la reducción de la desigualdad, sin imponer esta renuncia a la propiedad privada por la fuerza a nadie.
  • Religión, viene del latín re-ligare, volver a unir lo ha sido separado.
  • Yoga, viene del término sánscrito yug, que significa unión. De ahí vienen palabras que utilizamos en la actualidad como conyugal o yugo. En la antigua India, el sabio que buscaba el estado de Yoga se deshacía de sus propiedades y bienes terrenales, y se dedicaba a la búsqueda del crecimiento espiritual, libre de ataduras materiales.

Con todos los defectos y errores que podamos achacar a las religiones tradicionales y a otros estamentos de la Sociedad Civil, hay un hecho que es irrefutable, han pasado la prueba del tiempo (muchas de estas corrientes de pensamiento tienen miles de 1000 años) y a día de hoy, muchos de sus millones de seguidores repartidos por todo el mundo, siguen apostando por un mundo más justo y mejor para todos.

Se merecen por tanto, nuestra atención, para saber qué podemos aprender de ellas.  

Publicado en Engels, Marx, Sociedad

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1 comentario

  1. Chow

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