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¿Qué es un estímulo y una respuesta en el aprendizaje asociativo?

En esta entrada de Blog precisaremos qué es un estímulo y una respuesta en el aprendizaje asociativo.

Siempre tendemos a pensar en los estímulos como algo que sucede de manera positiva. Por ejemplo, aparece una luz, o una bolita de comida, o una descarga eléctrica.

Sin embargo, los estímulos también pueden ser “negativos”, es decir, se produce un cambio en el medio que no consiste en que aparezca algo, sino en que algo deje de producirse: una luz que se apaga, una sirena que deja de sonar, una comida que se retira.

Por eso, en el aprendizaje asociativo, lo que se entiende por estímulo es más bien una modificación en el medio, en el sentido que sea, siempre que afecte de alguna manera al organismo.

Pero, ¿qué debemos entender por medio? Podríamos pensar en los elementos que hay alrededor del sujeto y que actúan sobre él por medio de los órganos sensoriales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que también existe un medio interno que proporciona estímulos que muchas veces no podremos conocer con detalle, pero que su importancia puede llegar a ser muy importante.

Algo similar sucede con la respuesta. Al realizar un condicionamiento, el investigador a menudo elige un comportamiento del individuo y es éste el que estudia como respuesta (Le Ny, 1983).

Pero a menudo se elige solamente un aspecto de una miríada de conductas. Si ponemos como ejemplo clásico la respuesta de salivación del perro de Pavlov podremos entender mejor esta idea.

Cuando vemos que un perro saliva, únicamente nos detenemos a medir la cantidad de saliva. Pero, ¿qué hay de su cualidad? ¿Ha cambiado en algo su composición como resultado del condicionamiento? ¿Tiene la misma composición (o al menos, similar) la saliva provocada por un estímulo condicionado y un estímulo incondicionado?

En el experimento de Pavlov, al estudiar el comportamiento del perro que saliva conoceremos este aspecto de su comportamiento, pero no otros muchos que probablemente también se estén produciendo: ¿hay cambios en su circulación sanguínea?, ¿se han dilatado o contraído sus pupilas?, ¿ha segregado determinados jugos gástricos?, ¿ha variado la tensión de sus músculos?, ¿se ha modificado su pasa cardíaca?, etc. Ante cada condicionamiento no nos encontramos únicamente ante un perro que saliva o un ratón que mueve una palanca. Hay un organismo entero que trata de adaptarse a los cambios de su medio biológico y psicológico, y lo hace con un variado repertorio de respuestas (reacciones) de complejidad variable, y que en muchas ocasiones nos limitaremos a medir de manera parcial.

Bibliografía

Le Ny, J. (1983). El Condicionamiento y el aprendizaje. Barcelona: Ediciones Península.

Lectura recomendada

LA ESTRUCTURA DE LA CONDUCTA. ESTÍMULO, SITUACIÓN Y CONCIENCIA. Discurso de Mariano Yela en su acto de recepción pública como académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Publicado en Aprendizaje

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